23.5.16

"Chapeaux."

Imagen: Créditos al autor.

"Es aquello de lo que el «yo de las profundidades» no cesa de llenarse y cuya expresión son luego los actos libre. ¿Qué falta a las vidas que evocamos precedentemente? Se puede decir que carecen de realidad, de libertad, de vitalidad, pero antes que nada y ante todo carecen de los movimientos que los volverían más reales, más vivos y más libres; se privan del impulso que los liberaría de su destino o más bien curvan cada movimiento que nace hacia ese mismo destino. A la inversa, emocionarse en la «pura duración» supone liberarse de ese encierro, simpatizar con otras duraciones, «entrar en lo que se hace, seguir lo moviente, adoptar el devenir que es la vida de las cosas». Es en este sentido que Bergson puede decir que, «cualquiera sea la esencia íntima de lo que es y de lo que se hace, nosotros estamos allí. Nosotros participamos en el movimiento de lo que se hace en la medida en que nos emocionamos. Es que la emoción no es un afecto que reacciona ante la presencia o la ausencia de algo, lo cual es propio de todos los afectos llamados "temporales", es un afecto que se emociona del pasaje del tiempo o del movimiento de los seres en tanto tales. Este afecto es emoción del pasaje mismo del tiempo en lugar de emocionarse de los seres (o de las nadas) que lo pueblas (o lo despueblan)».

  Pensar el pasaje del tiempo, simpatizar con ese pasaje, es justamente liberarse de lo que es, de lo que nos ata a los seres o a las nadas. Correlativamente, es la razón por la cual se buscaría en vano un Bergson, aunque a veces él se exprese así, una definición del pasado como aquello que ya no es o del porvenir como aquello que aún no es. Ser y nada no permiten pensar el tiempo de manera adecuada. Todo el problema proviene a qué el hecho de que el pensamiento se ha ligado a los seres -antes que a los movimiento de dichos seres-. ¿No es el caso de los melancólicos que quedan atados al pasado o al porvenir? ¿No es también lo propio de la metafísica permanecer atada a lo que era o a lo que podría ser y engendrar así toda una serie de falsos problemas? Uno solo se convierte en metafísico o religioso a fuerza de salir de la inmanencia o de la duración. Si no hay ninguna dialéctica de la ausencia y de la presencia en Bergson, es porque la duración no está unida al ser -ni a los seres-, se confunde por el contrario con el puro devenir. La emoción de la duración es un afecto que ya no es atadura. Por eso no es indiferente que Bergson descubra la duración al mismo tiempo que una nueva concepción de la libertad. Apegarse a la duración nos libera de la adhesión a los seres y a las nadas en la medida misma en que nos hace simpatizar con sus movimientos. La duración bergsoniana es una ascesis, casi una lección de moral."

"Potencias del tiempo." - David Lapoujade.

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