23.5.16

"Crucero."

Imagen: Créditos al autor.

"Es el conjunto de estos afectos creadores el que nos apega a la vida. El apego ya no es indirecto como en las formas precedentes. Ya no pasa por la sociedad de los hombres (todo de la obligación) ni por una sociedad de «seres fantasmales» (todo de la religión). Procede de la vida misma en tanto ella coincide de ahora en más con su principio creador. La vida nos apega a ella por su potencia creadora en tanto creación de sí por sí. El apego deviene así amor y produce alegría como su afecto esencial. Liberada de las formas de la representación, liberada de los círculos en los que se arremolina la especie, liberada de la voluntad humana, liberada de toda mediación dialéctica, la creación ya no conoce obstáculo y se experimenta entonces como divina. Ya nada separa la exigencia de creación del principio vital del acto creador mismo excepto su diferencia de nivel. Como dice Bergson, el individuo actúa al mismo tiempo como es «actuado», como si abdicar su voluntad le hiciera acceder a una voluntad aun más potente. El apego a la vida se confunde con una nueva forma de confianza: «Hay de ahora en más, para el alma, un exceso de vida. Es un inmenso élan. Es un impulso irresistible que la lanza en las empresas más vastas. Una exaltación calma de todas sus facultades hace que vea en grande y, por débil que sea, que realice potentemente»."

"Potencias del tiempo." - David Lapoujade.

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