23.5.16

"24/7."

Imagen: Créditos al autor.

"Hace falta extraer las consecuencias de lo que precede desde el punto de vista de la concepción de la memoria, en Bergson. Vemos en efecto que todas las emociones llevan la mayor parte del tiempo una vida de espera. La emoción no es solo memoria, o más bien la memoria no es solo memoria en Bergson, sobre otro plano ella es espera, pura espera. Nuestra vida consciente está adosada a una espera inconsciente que es como una memoria del espíritu, una memoria-espíritu. No se trata de la memoria de lo que hemos vivido y cuyo recuerdo se ha conservado; se trata más bien de la memoria de lo que hemos sido impedidos de vivir, cualesquiera sean las razones. Nosotros podemos vivir nuestra vida ordinaria, estar ocupados como nunca, no deja de ser cierto que el yo de las profundidades espera y no hace más que eso, esperar, hasta el momento en que toda ese espera acumulada se cristaliza sobre un objeto o una situación propicia a través de las cuales se expresa. El yo no había dejado de estar presente, de manera virtual, completamente análogo a un nombre que no se ha llegado a encontrar y que obedece al mismo funcionamiento paradojal. Hay en efecto una paradoja del nombre olvidado: sabemos perfectamente de qué nombre se trata puesto que sabemos que ninguno de los que se presenta al espíritu conviene, pero paralelamente, ignoramos totalmente de qué nombre se trata puesto que justamente lo buscamos. Solo que aquí no se trata de un nombre, se trata de nosotros mismos. El yo profundo presiona en los bordes de yo de superficie con la misma insistencia y la misma indeterminación que ese nombre que tenemos en la punta de la lengua, a la vez perfectamente conocido y totalmente ignorado, a la vez propiamente singular (puesto que es lo que somos de más personal) y completamente indeterminado. Estamos acosados por nosotros mismos: el yo profundo es el fantasma de la libertad."

"Potencias del tiempo." - David Lapoujade.

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