Imagen: Atónito. Anónimo.
"Todo era lindo para Anselmo, todas las cosas eran familiares y amistosas, a todas les daba la bienvenida; pero el momento supremo del milagro y la gracia era, para el muchacho, cada año, el del primer lirio. En su cáliz -una vez, en sus sueños infantiles más tempranos- había leído por primera vez en el libro de las maravillas; su aroma y su azul ondulante y múltiple habían significado para él llamada y clave de la Creación. Así lo acompañó el lirio a través de todos sus años de inocencia, renovándose cada verano y haciéndose más enigmático y conmovedor. También otras flores tenían boca, también de otras flores emanaban fragancia y pensamientos, y otras atraían asimismo abejas y escarabajos a sus pequeñas y dulces cámaras. Pero el lirio azul era la flor más importante para el muchacho y aquella a la que amaba más entre todas: se convirtió en símbolo y ejemplo de todo lo prodigioso y digno de reflexión. Cuando miraba dentro de su cáliz y seguía mentalmente absorto aquel diáfano sendero de ensueño por entre los extraños cogollos amarillos hasta la crepuscular intimidad de la flor, entonces su alma veía en ese pórtico en el que la apariencia se convierte en enigma y la visión en presentimiento.
"Cuentos maravillosos; Iris." - Hermann Hesse.
"Todo era lindo para Anselmo, todas las cosas eran familiares y amistosas, a todas les daba la bienvenida; pero el momento supremo del milagro y la gracia era, para el muchacho, cada año, el del primer lirio. En su cáliz -una vez, en sus sueños infantiles más tempranos- había leído por primera vez en el libro de las maravillas; su aroma y su azul ondulante y múltiple habían significado para él llamada y clave de la Creación. Así lo acompañó el lirio a través de todos sus años de inocencia, renovándose cada verano y haciéndose más enigmático y conmovedor. También otras flores tenían boca, también de otras flores emanaban fragancia y pensamientos, y otras atraían asimismo abejas y escarabajos a sus pequeñas y dulces cámaras. Pero el lirio azul era la flor más importante para el muchacho y aquella a la que amaba más entre todas: se convirtió en símbolo y ejemplo de todo lo prodigioso y digno de reflexión. Cuando miraba dentro de su cáliz y seguía mentalmente absorto aquel diáfano sendero de ensueño por entre los extraños cogollos amarillos hasta la crepuscular intimidad de la flor, entonces su alma veía en ese pórtico en el que la apariencia se convierte en enigma y la visión en presentimiento.
"Cuentos maravillosos; Iris." - Hermann Hesse.
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