Imagen: Tarde no existe. Créditos al autor.
"... más, ¿por qué se fija mi vista en aquel sitio? ¿Es aquel pequeño frasco un imán para mis ojos? ¿Por qué de improviso todo se vuelve para mi suavemente claro, como cuando de noche, en medio de la selva tenebrosa, nos baña el resplandor de la luna?
Yo te saludo, redomita singular, que con recogimiento bajo ahora de tu sitio. En tí venero el ingenio y el arte del hombre. Tú, agregado de benéficos jugos soporíferos; tú, extracto de todas las sutiles fuerzas mortales, da a tu dueño una muestra de tu favor. Te miro, y el dolor se mitiga; te tomo en mis manos, y mengua el afán, baja poco a poco la marea creciente del espíritu. Siéntome arrastrado a la alta mar, el espejo de las olas brilla a mis pies, hacia ignotas playas me atrae un nuevo día.
Sostenido por leves alas, un carro de fuego flota en el aire acercándose a mí. Dispuesto me siento a cruzar el éter por inusitada vía, lanzándome a nuevas esferas de pura actividad. Pero ¿eres acaso digno de esa existencia sublime, de esos deleites divinos, tú, que hace un instante no eras más que un vil gusano? Sí; vuelve con ánimo resuelto la espalda al bello sol de la tierra. Decídete con osadía a forzar las puertas ante las cuales de buen grado pasan todos de largo esquivando el riesgo. Llegó ya el momento de probar con hechos que la dignidad del hombre no cede ante la grandeza de los dioses; hora es ya de no temblar frente a ese antro tenebroso en donde la fantasía se condena a sus propios tormentos; de lanzarse hacia aquel pasaje, alrededor de cuya estrecha boca vomita llamas todo el infierno; de resolverse a dar este paso con faz serena, aun a riesgo de abismarse en la nada. Desciende ahora y sal de tu viejo estuche, copa de límpido cristal, que tenía yo olvidada luengos años ha. Lucías en las regocijadas fiestas de mis antepasados, y alegrabas a los graves comensales según ibas pasando de uno a otro. La rica magnificencia de tus numerosas figuras con tanto arte labradas, la obligación que tenía el bebedor de explicarlas en rimas y de vaciarte de un solo trago, evocan en mí el recuerdo de más de una noche de la juventud. No te pasaré ahora a ningún vecino, ni haré gala de mi ingenio ensalzando tus primores. He aquí un licor que produce súbita embriaguez. Su parda onda llena tu cavidad. Yo mismo lo prepararé y lo elijo para mí. Sea ésta mi libación postrera, que consagro en este instante, con toda la efusión de mi alma y como solemne y supremo saludo a la aurora del nuevo día."
"Fausto." - Johan Wolfgang Goethe.
"... más, ¿por qué se fija mi vista en aquel sitio? ¿Es aquel pequeño frasco un imán para mis ojos? ¿Por qué de improviso todo se vuelve para mi suavemente claro, como cuando de noche, en medio de la selva tenebrosa, nos baña el resplandor de la luna?
Yo te saludo, redomita singular, que con recogimiento bajo ahora de tu sitio. En tí venero el ingenio y el arte del hombre. Tú, agregado de benéficos jugos soporíferos; tú, extracto de todas las sutiles fuerzas mortales, da a tu dueño una muestra de tu favor. Te miro, y el dolor se mitiga; te tomo en mis manos, y mengua el afán, baja poco a poco la marea creciente del espíritu. Siéntome arrastrado a la alta mar, el espejo de las olas brilla a mis pies, hacia ignotas playas me atrae un nuevo día.
Sostenido por leves alas, un carro de fuego flota en el aire acercándose a mí. Dispuesto me siento a cruzar el éter por inusitada vía, lanzándome a nuevas esferas de pura actividad. Pero ¿eres acaso digno de esa existencia sublime, de esos deleites divinos, tú, que hace un instante no eras más que un vil gusano? Sí; vuelve con ánimo resuelto la espalda al bello sol de la tierra. Decídete con osadía a forzar las puertas ante las cuales de buen grado pasan todos de largo esquivando el riesgo. Llegó ya el momento de probar con hechos que la dignidad del hombre no cede ante la grandeza de los dioses; hora es ya de no temblar frente a ese antro tenebroso en donde la fantasía se condena a sus propios tormentos; de lanzarse hacia aquel pasaje, alrededor de cuya estrecha boca vomita llamas todo el infierno; de resolverse a dar este paso con faz serena, aun a riesgo de abismarse en la nada. Desciende ahora y sal de tu viejo estuche, copa de límpido cristal, que tenía yo olvidada luengos años ha. Lucías en las regocijadas fiestas de mis antepasados, y alegrabas a los graves comensales según ibas pasando de uno a otro. La rica magnificencia de tus numerosas figuras con tanto arte labradas, la obligación que tenía el bebedor de explicarlas en rimas y de vaciarte de un solo trago, evocan en mí el recuerdo de más de una noche de la juventud. No te pasaré ahora a ningún vecino, ni haré gala de mi ingenio ensalzando tus primores. He aquí un licor que produce súbita embriaguez. Su parda onda llena tu cavidad. Yo mismo lo prepararé y lo elijo para mí. Sea ésta mi libación postrera, que consagro en este instante, con toda la efusión de mi alma y como solemne y supremo saludo a la aurora del nuevo día."
"Fausto." - Johan Wolfgang Goethe.
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