Imagen: Mansa nave. Créditos al autor.
"...con nuestros semejantes discutimos las cosas racionalmente.
-¡Qué alivio el oírle decir a usted eso! -dijo Elinor riendo.
-Usted cree que tengo muchos humos. Y supongo que es verdad, en cierto modo. Pero lo grave está en que yo sé, por experiencia, que mi orgullo está justificado. Cuando es falsa, la modestia es perjudicial. Milton dijo que "nada es más beneficioso que la propia estimación basada en la justicia y el derecho". Yo sé que la mía descansa sobre la justicia y el derecho. Estoy absolutamente convencido de que yo puedo llevar a cabo lo que pretendo. ¿A qué negar esta convicción? Yo voy a ser el amo, yo voy a imponer mi voluntad. Yo tengo el coraje y la determinación. Y dentro de poco tendré la fuerza organizada. Y entonces empuñaré las riendas. Lo se; ¿por qué he de fingir ignorarlo?
Se echó hacia atrás en su silla, y hubo un largo silencio. "Es absurdo -pensó Elinor, es ridículo hablar así." Era la protesta de su inteligencia crítica contra sus sentimientos. Porque sus sentimientos habían sido extrañamente conmovidos. Las palabras de Webley, el tono de su voz, tan dulce, y que, no obstante, dejaba adivinar bajo su dulzura una tal reserva latente, vibrante de energía y de pasión, la habían conquistado. Cuando había dicho él: "Yo voy a ser el amo", fue como si ella hubiera bebido un trago de vino calentado con especias; un calor así había cundido en hormigueo por todo su cuerpo. "Es ridículo", repitió interiormente, tratando de tomar contra él la revancha de aquella fácil victoria, tratando de castigar a los traidores que tan fácilmente habían capitulado en el fondo de su alma. Pero no era posible deshacer completamente lo hecho. Las palabras podían haber sido ridículas; pero el hecho era que, mientras él las pronunciaba, ella había vibrado súbitamente de admiración, de conmoción, de un extraño deseo de alegrarse y reír.
"Contrapunto." - Aldous Huxley.
"...con nuestros semejantes discutimos las cosas racionalmente.
-¡Qué alivio el oírle decir a usted eso! -dijo Elinor riendo.
-Usted cree que tengo muchos humos. Y supongo que es verdad, en cierto modo. Pero lo grave está en que yo sé, por experiencia, que mi orgullo está justificado. Cuando es falsa, la modestia es perjudicial. Milton dijo que "nada es más beneficioso que la propia estimación basada en la justicia y el derecho". Yo sé que la mía descansa sobre la justicia y el derecho. Estoy absolutamente convencido de que yo puedo llevar a cabo lo que pretendo. ¿A qué negar esta convicción? Yo voy a ser el amo, yo voy a imponer mi voluntad. Yo tengo el coraje y la determinación. Y dentro de poco tendré la fuerza organizada. Y entonces empuñaré las riendas. Lo se; ¿por qué he de fingir ignorarlo?
Se echó hacia atrás en su silla, y hubo un largo silencio. "Es absurdo -pensó Elinor, es ridículo hablar así." Era la protesta de su inteligencia crítica contra sus sentimientos. Porque sus sentimientos habían sido extrañamente conmovidos. Las palabras de Webley, el tono de su voz, tan dulce, y que, no obstante, dejaba adivinar bajo su dulzura una tal reserva latente, vibrante de energía y de pasión, la habían conquistado. Cuando había dicho él: "Yo voy a ser el amo", fue como si ella hubiera bebido un trago de vino calentado con especias; un calor así había cundido en hormigueo por todo su cuerpo. "Es ridículo", repitió interiormente, tratando de tomar contra él la revancha de aquella fácil victoria, tratando de castigar a los traidores que tan fácilmente habían capitulado en el fondo de su alma. Pero no era posible deshacer completamente lo hecho. Las palabras podían haber sido ridículas; pero el hecho era que, mientras él las pronunciaba, ella había vibrado súbitamente de admiración, de conmoción, de un extraño deseo de alegrarse y reír.
"Contrapunto." - Aldous Huxley.
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